lunes, 24 de septiembre de 2007

Los dineros públicos

Dr. Cuauhtémoc D. Molina García

El origen de los parlamentos europeos fue el debate por el presupuesto público, es decir, la discusión acerca de cómo y en qué forma y destinos deberían gastarse -o invertirse- los dineros de la sociedad, es decir, sus recursos fiscales. Por ello, los clásicos franceses dijeron siempre que el Parlamento es hijo del presupuesto.
No hay programa de gobierno -política pública, como hoy se dice con elegancia académica- que no pase por presupuesto. De ahi que la decisión política fundamental de la sociedad sea cómo y de qué manera sus dineros financiarán al Estado y cómo éste asignará dichos recursos en la sociedad. Dos cuestiones básicas: el financiamiento y el gasto público. Lo que se denomina la política fiscal.
Debemos pagar impuestos para sostener al Estado y su burocracia, así lo dice el mandato constitucional en México y en cualquier país del mundo. No es grato hacerlo en ningún lugar. Pero hay que hacerlo.
El Estado, en contraparte, está obligado a distribuir con sentido de justicia tales dineros, de modo que contribuya tanto al crecimiento económico como a la justicia social.
México es un país con una estructura fiscal que debió haberse reformado desde hace cuando menos 30 años, o sea, durante el sexenio de Luis Echeverría, cuando menos. Y no se hizo.
Hoy, la talla de la camisa fiscal de la sociedad mexicana es del número 28, cuando México era un niño de apenas 12 años. Hoy ese niño ya creció y su talla debería ser 38. Obviamente, las necesidades de gasto publico para atender una sociedad no solo más grande, sino sobre todo más desigual que nunca, son mayores y los montos simplemente no alcanzan.
¿Qué hacer?
Necesitamos avanzar hacia una Reforma Fiscal efectiva y real, y no solamente consiguiendo cambios tibios y coyunturales que no solucionan de fondo los graves problemas del país. Además, es criminal que los recursos provenientes del petróleo continuén financiando el erario público cuando deberían asignarse los dineros del petróleo a destinos estratégicos que sostengan el desarollo futuro del país, que lo haga sustentable, como dicen los modernos. Cuando menos a la urgente prioridad de recapitalizar PEMEX.
Pero para que nuestras finanzas públicas sean democráticas y con sentido social, se necesita un Congreso formado por hombres socialmente cultos, es decir, por políticos conscientes y maduros, y no por los primates legisladores que hoy por hoy se embolsan nuestros impuestos para discutir temas baladíes e insulsos que en nada contribuyen al progreso social. Por ejemplo, la discusión de sus propios intereses, o si el Presidente sube o no un escalón para entregar su Informe constitucional. ¡Ridículo, en verdad!
Necesitamos una democracia madura, solvente. Ahi debemos avanzar. Necesitamos mejores partidos y mejores hombres de la política. Necesitamos medios -prensa y TV- más críticos y objetivos.

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