viernes, 5 de octubre de 2007

LA POLÍTICA DE GASTO PÚBLICO EN MÉXICO

Dr. Cuauhtémoc D. Molina García
Las políticas de gasto público en México cambiaron su perfil luego de las crisis financieras derivadas de los excesos populistas del denominado "nacionalismo revolucionario", en particular de los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo, calificados de nefastos en materia de política económica por propios y extraños.
Los ajustes presupuestales, necesarios y coincidentes con los deseos del FMI y por las "sugerencias" del Consenso Washigton, enfatizaron los lineamientos del gasto público, los recortes y la gradual pero sostenida retirada del Estado en la economía.
Las estrategias que buscaron garantizar el éxito de la política de gasto fueron:
• Mantener los techos de las erogaciones públicas;
• Haber privilegiado, en la composición del gasto, a la inversión pública y al gasto social; y
• Reformar el proceso presupuestario para elevar la eficiencia y la calidad del gasto público.
Entre 1988 y 1993, la disciplina presupuestaria consistió, primero, en contener el gasto
programable, y después, sujetarlo al nivel de los ingresos fiscales y condicionar su expansión al
crecimiento real del PIB. Esto se logró a través de un amplio programa de retiro voluntario de personal en áreas no estratégicas no prioritarias, lasí como la reducción y racionalización de los subsidios y las transferencias, tanto como la desincorporación de empresas estatales.
Con los recursos de la venta de las paraestatales -de la que PEMEX se ha salvado- se amortizó la deuda interna. Con ello disminuyó la presión al gasto debido a la reducción del costo financiero.
Con estas acciones, el Gobierno Federal continuó generando balances primarios positivos y a partir de 1988 recurrió en menor medida a los mercados financieros para fondearse.
Eliminada esta fuente de presión al alza en las tasas de interés, y aunado a la renegociación de la deuda externa para extender los plazos de su vencimiento, el sector público pudo transformarse de demandante a oferente de recursos hacia los sectores privado y social. Así, en 1991 alcanzó un balance financiero positivo, y, en 1994, el costo financiero de la deuda llegó al nivel más bajo de los últimos veinte años: llegó a representar el 2.44% y 10.7 del PIB y del gasto neto total, respectivamente.
La disminución de la deuda y de su costo financiero, así como el redimensionamiento del estado, propiciaron una reducción del gasto neto total de forma que su nivel se pudo ajustar a la captación de ingresos estables y permanentes. Asimismo, permitió reasignar mayores recursos a la creación y el fomento de infraestructura productiva y social, a los sectores sociales en pobreza
extrema y a las funciones sociales que contribuyen directamente al mejoramiento de los recursos humanos del país: educación, salud, seguridad social, vivienda e infraestructura hidráulica.
No obstante, el paradigma reduccionista del gasto público del Estado mexicano repercutió seriamente en los programas de la educación superior y de la ciencia y la tecnología. El gobierno mexicano -recientemente de orientación conservadora- ha asumido las políticas de mercado con extrema obsesión y el sistema de educación superior parece un sistema en extinción cuyo deterioro favorece al sector privado de la educación.
Ya veremos las consecuencias sociales de estas medidas en la inversion social del país.

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