sábado, 15 de noviembre de 2008

MENOSPRECIO FINANCIERO POR LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Dr. Cuauhtémoc D. Molina García

Muy superada quedó la discusión respecto de si la educación constituye o no un factor básico del crecimiento y del desarrollo económico. Esta más que claro que la educación es un componente básico de la democracia, la productividad, la salud, la paz y la armonía sociales. Sin educación, todos los esfuerzos del Estado para contribuir al desarrollo económico son nulos. Sin embargo, por razones incomprensibles -no necesariamente financieras- el Estado mexicano continúa mirando de soslayo los presupuestos públicos destinados a la educación, especialmente la superior. Hoy en día, los países que más crecen son los que en las décadas recientes han atendido adecuadamente este sector de la sociedad y de la economía: la educación.
Los componentes básicos de la educación superior son, entre otros, la inversión en bienes, capacitación y desarrollo de los académicos, apoyos a programas generales y específicos y, sobre todo, las asignaciones financieras a la investigación científica pura y aplicada, es decir, la tecnología. Siendo un compromiso del Estado la inversión en capital humano -sin duda la mejor de las inversiones- lo que vemos es cada vez más un gradual y sostenido deterioro de las dotaciones presupuestales a este rubro del gasto público federal.
El secretario general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), Rafael López Castañares, anunció que, para 2009, la educación superior recibirá el 0.58% del producto interno bruto (PIB), proporción verdaderamente pobre para las necesidades del país. El presidente Felipe Calderón prometió, en campaña, 1.5 por ciento del PIB, lo cual se ve lejos, pues anualmente el presupuesto debería crecer al menos en un 0.15%, y lo que realmente vemos es que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SCHP) recortó alrededor de mil 426 millones de pesos de los recursos destinados a educación superior, respecto de los aprobados por la Cámara de Diputados en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2008, decisión que afecta a las universidades públicas federales, estatales y tecnológicas del país, pues reduce la inversión del Estado de 0.67 a 0.66 por ciento del producto interno bruto (PIB) para este sector.
Por su parte, la Universidad Veracruzana (UV), con poco más de 40 mil alumnos, ve reducir sus fondos de operación financiera en 474. 6 millones de pesos para 2009, respecto del año que concluye, lo que constituye un deterioro sustancial y lamentable.
Ciertamente, los sistemas de presupuestación deberían ser más eficaces y dirigidos a programas específicos que apuntalen efectivamente el desarrollo académico de las instituciones o establecimientos de educación superior. Las formas y mecanismos de distribución interna de los recurso públicos requieren revisión urgente.
En el caso de la UV, es más que aparatosa la cantidad de personas que laboran en la rectoría, pues la proporción ha llegado a ser absurdamente de "1 a 1" entre el personal académico y el administrativo. Por otro lado, los sueldos de sus funcionarios de alto nivel, más las prestaciones y las prebendas, resultan por demás oprobiosos dadas las necesidades de las instalaciones universitarias, incluso en Xalapa; no se diga en el interior del estado. Muchas facultades carecen de los medios indispensables para operar con dignidad: cero laboratorios, servicios sanitarios asquerosos, bancas deterioradas, seguridad nula, protección civil ausente, no obstante los fideicomisos financiados con dinero que se cobra a los propios estudiantes. Si, en efecto, es preciso que los recursos financieros asignados a las instituciones de educación superior sean más altos, pero también que sean administrados con eficiencia y honestidad.
Por desgracia, parece ser que los enormes presupuestos destinados a la política (IFE y partidos políticos) merecen, al parecer, más atención e interés por parte de los medios de comunicación, que los asignados a la educación superior, no obstante que solo sirven para mantener en la ubre a los "grillos" y demás vividores de la política. Los dineros públicos asignados a la política son perfectamente inútiles sin una sociedad educada.