miércoles, 16 de abril de 2008

LA REFORMA ENERGÉTICA ES TAMBIÉN UNA REFORMA FINANCIERA

Por Cuauhtémoc D. Molina García

En principio, PEMEX puede significar muchas cosas para los mexicanos, para la historia de México e incluso la de Latinoamérica, sobre todo por cuanto se refiere a la lucha contra la explotación del imperialismo y la reinvindicación de los pueblos. Pero ante todo, PEMEX significa un componente vital y central de las finanzas públicas nacionales.

Desde hace tiempo se sabe, y ahora se recalca con insistencia, que cada peso fiscal que el Estado mexicano ingresa y gasta, de conformidad con su Presupuesto Federal, posee el 40 por ciento de ingrediente petrolero, y que solo el 60 por ciento se financia con los ingresos propios y normales de todo sistema fiscal: los impuestos, los derechos y los aprovechamientos. Esto significa que casi la mitad del presupuesto público federal esta financiado con los ingresos, siempre contingentes, que genera el petróleo. La dependencia que el gasto público tiene del petróleo es grave, pues coloca a la economía nacional en situación vulnerable y al garete de los mercados internacionales, que son los que fijan el precio del crudo y, por ende, los ingresos federales. Lo hemos dicho aqui: si no tuviésemos petróleo, México estaría en condiciones similares a cualquier país africano, o quizá peor, dada la magnitud de nuestra población.

Precisamente por eso se necesitan cambios drásticos y estructurales en el régimen jurídico del sector energético y cambios igualmente radicales en la estructura de las finanzas públicas mexicanas. Ya no se puede, ni se debe, depender fiscalente de los ingresos petroleros, pues por un lado se pone en riesgo la economía y, por otro se descuida la salud financiera y tecnológica de la industria petrolera nacional. Y esto último es, para nuestra poca fortuna, lo que ha sucedido desde años. Los pozos de Cantarel cancelaron los riesgos y los costos políticos, y todos los actores políticos y gubernamentales comodamente se atuvieron al destino del petróleo, pensando que el futuro nunca iba a llegar. Y llegó.

Pero, ¿cuál es el sentido de la reforma energética, también financiera que se propone?
Todo mundo tiene en boca la tal reforma. Los políticos la manejan a su antojo para colocarse electoralmente como adalides de la historia, la soberanía y del patritismo. Los gobernantes buscan desligar el presupuesto público de los ingresos petroleros pero a costa de los intereses nacionales, los periodistas y editorialistas, por su parte, solo son "caja de resonancia" que actúan como multiplicadores de opinones, pero no forman opinión, más bien la deforman. ¿Qué es en si la reforma?

La reforma energética, dice Mario Rocha Montiel (ENEP, Acatlán, UNAM, 2003), "puede definirse como el cambio del marco jurídico que permita la participación de empresas privadas y sociales en la generación y distribución de la energía eléctrica, en la extracción y el procesamiento de petróleo, y en la producción de otras formas de energía".

Ahora bien, son muchas las formas de permitir la participación del capital privado en la industria petrolera y no todas significan "venta" ni "privatización" de PEMEX. El Estado mexicano debe permanecer como dueño y árbitro de las riquezas nacionales, pero así como conseciona el servicio de transporte -terrestre y aéreo- o bien el espacio para las comunicaciones, así también debe concesionar ciertas áreas de actividad dentro de la industria. Los expertos deben opinar y sugerir las mejores formas de participación, que es necesariamente financiera. Algunas son más comprometedoras que otras, unas lasceran la soberanía más que otras, pero eso se debe discutir en un debate nacional abierto y maduro. Las voces son muchas y contradictorias, pues unos opinan de una manera y otros de otra y todos dicen poseer la verdad y la razón. Del otro lado, el pueblo poco o nada sabe, solo sospecha incesantemente, pues su experiencia reciente es que nuestros gobiernos (priístas y panistas) han solido actuar a sus espaldas y no siempre en beneficio de la Nación.

No todo lo que se privatiza, por ese solo hecho, esta llamado a ser eficiente, tampoco todo lo público, solo por ser estatal, es necesariamente ineficiente. Ese es un mito que muchos países europeos han echado por la borda. Y hay claros ejemplos de fracasos provenientes de las privatizaciones de bienes públicos:

1. En California (USA) la venta de la industria eléctrica significó el repunte
de los precios en 200% .
2. En Argentina se tradujo en la quiebra del sector
y, en su medida, en el desplome de la economía nacional.

En ningún caso ganó ahí el interés público, el de los consumidores e industriales, las empresas y, el de los residenciales, los hogares. En ambos casos quedó claro a los fanáticos privatizadores que éstas no son la panacea ni para el Estado, ni para los empresarios ni menos para los consumidores. La productividad no se elevó y las tarifas no descendieron, ¿entonces, cuáles fueron los beneficios de las privatizaciones?

En PEMEX no están dadas las condiciones privatizadoras; nadie piensa en eso, nadie, solo los perredistas, suspicaces de todo, hasta de ellos mismos. La realidad es que el Estado debe permitir capital privado, debe reformar la organización y el mando de la empresa para que se maneje como lo que es: una empresa. Debe abatir la corrupción dentro de sus propios mandos y los excesos de su sindicalismo trasnochado. PEMEX debe modernizarse y no privatizarse.

lunes, 14 de abril de 2008

10 PUNTOS MEDULARES DE LA PROPUESTA PARA LA REFORMA ENERGÉTICA


Dr. Cuauhtémoc D. Molina García

Todos los países, incluso los marcadamente gobernados por gobiernos de izquierda, están abriendo sus sistemas económicos al mercado, sin afectar lo esencial de sus respectivas soberanías. La globalización impone nuevas reglas, pero los Estados saben como sortearlas para no verse afectados más allá de lo tolerable. En México, la industria petrolera ha servido no para generar riqueza y multiplicarla, sino para financiar el gasto público federal. Los sueldos de los maestros, de los médicos, de los servidores públicos y las obras de asistencia social (Solidaridad), así como las públicas, incluyendo los repartos a los gobernadores de los estados de la república, están siendo financiados por el petróleo. De cada peso fiscal, 40 centavos proviene de los ingresos petroleros.

Si México careciera del oro negro, estaríamos -con la población actual- peor que Biafra. Pero la fortuna nos ha colocado en posición privilegiada; pero esa misma posición ha hecho al gobierno mexicano y a sus políticos extremadamente conformistas. En las condiciones actuales, ha sido gracias al excedente extraordinario de los precios del crudo, que han pasado la frontera histórica de los 100 dólares, lo que ha permitido que la economía mexicana sea viable. Por eso, México debe modernizar PEMEX, y esta modernización, desde la perspectiva panista y gibernamental, comprende los siguientes puntos medulares:

1. Los sectores social y privado podrán realizar actividades de transporte, almacenamiento y distribución de gas, de los productos que se obtengan de la refinación de petróleo y petroquímicos básicos.

2. Pemex y sus organismos subsidiarios podrán contratar con terceros los servicios de refinación de crudo, sin que se transmita la propiedad del hidrocarburo al contratista.

3. Terceros podrán construir, operar y ser propietarios de ductos instalaciones y equipos en los términos de las disposiciones reglamentarias técnicas y de regulación que se expidan.

4. El pago de los contratos de obras y de prestación de servicios serán siempre en efectivo y en ningún caso concederán propiedad sobre los hidrocarburos.

5. Se crea la Comisión del Petróleo con autonomía técnica y operativa, que apoyará la Secretaría de Energía en sus tareas de planeación estratégica del sector.

6. La Comisión del Petróleo estará integrada por cinco comisionados que serán designados por el Ejecutivo federal a propuesta de la Secretaría de Energía.

7. Se crearán los bonos ciudadanos de los que sólo podrán ser titulares las personas físicas y las administradoras de fondos para el retiro, pensiones y las sociedades de inversión para personas físicas.

8. Los bonos, cada uno de 100 pesos, no otorgarán derechos patrimoniales ni corporativos sobre Pemex.

9. Se creará la figura del comisario que deberá dar cuenta de la veracidad de la información presentada por Pemex.

10. Fortalecimiento de Pemex a través de la autonomía de gestión a fin de acercar a la empresa a mejores prácticas de gobierno corporativo a nivel internacional.

Son propuestas que los legisladores deben analizar y discutir con contrapropuestas inteligentes y creativas. La industria petrolera no puede esperar más y el debate parlamentario no puede centrarse en políticos extremistas y frustrados.
Debe tener en cuenta que PEMEX trae consigo problemas de corrupción, desde su Sindicato hast la alta administración de la empresa. Eso debe acabar y pronto.

martes, 8 de abril de 2008

LÓPEZ OBRADOR, EL CONTRADICTORIO

Dr. Cuauhtémoc D. Molina García

Ni duda cabe que el "presidente legítimo" desvaría poniendo en evidencia que, en efecto, era un peligro para México. Voté por él, lo confieso, pero si volviera a ser candidato lo daría por un delirante y fantaseoso a quien la pérdida del poder le ha trastornado.
En 2005 sostenía su apertura y plena disposición a que PEMEX admitiera inversión y asociación con capital privado, dentro de los esquemas constitucionales, como pensamos todos que debe ser. Nada de privatizar, solo abrir la empresa inteligentemente a capitalización externa, sin que el Estado pierda su mayoría y control sobre la misma.
Todos los países de tradición izquierdista -Cuba y Brasil, para no ir lejos- tienen esquemas asociativos que, bien pensados, a nadie perjudican. Pero López Obrador, en entrevista con Carlos Loret de Mola, en versión de Milenio, se manifiesta así, frente a una opinión pública que mira en él a un disparatado y cantinflesco sujeto que busca, denodadamente, los reflectores que ya nadie debería dirigirle, por muy líder que sea.
Personalmente, pienso que México necesita una izquierda inteligente y propositiva. ¡Qué lástima que no la tengamos! Y López Obrador no es ya la opción que México necesita. No podemos, eso sí, convertir la política en un revanchismo de odios perniciosos hacia el que ganó, solo porque ganó, aunque hubiera sido con un voto.
Tampoco quiero decir, ni por asomo, que Calderón sea la opción que los mexicanos necesitamos. No comulgo con derechas, menos con la mexicana. Pero México, con este nivel de debate, se parece mucho al México del siglo XIX, en el que el país perdió un tiempo precioso para fincar las bases de su desarrollo.

Necesitamos una socialdemocracia con postulantes modernos, maduros y efectivamente nacionalistas, no alucinantes y alucinados populistas que aniden en sus corazones odios y deseos de venganza hacia aquéllos que les arrebataron el poder.
He aqui la entrevista:
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Loret: Fíjese que aquí traigo el libro que usted escribió en 2005 durante la campaña, Proyecto alternativo de nación. En la página 42 dice usted: “Tampoco deberíamos descartar que inversionistas nacionales, mediante mecanismos transparentes de asociación entre el sector público y el privado, participen en la expansión y modernización del sector energético o actividades relacionadas, siempre que lo permitan las normas constitucionales”. Asociación, sector privado, expansión, modernización… Todo lo que ha criticado usted, lo apoyaba en 2005.

AMLO: Sacan del contexto...
Loret: Ah, bueno, ¿dígame cuál es? Lo que está diciendo en su libro es “no a la privatización, pero sí a la asociación con capital privado”.
AMLO: No, no, no. ¿Cómo que es lo mismo?

Loret: Calderón está diciendo: “no es privatización, es asociación con capital privado”. Lo mismo que dice su libro.Nosotros no aceptamos la privatización en ninguna de sus modalidades. Pero sí la asociación con capital privado...

AMLO: No.
Loret: Pero eso dice su libro...
AMLO: Pero sin violar la Constitución; es lo que yo estoy estableciendo, y sin privatizar.
Loret: Usted lo que dice ahora es “nada de capital privado” y lo que planteaba en su libro era “sí al capital privado que no viole la Constitución”, que es, dicho sea de paso, lo mismo que defienden Calderón, Georgina Kessel, Santiago Creel, Germán Martínez, Reyes Heroles...

AMLO: No, no es lo mismo.
Loret: ¿No es lo mismo?
AMLO: No es lo mismo.
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